martes, 28 de febrero de 2012

Cuerpo de diosas, cara de simples mortales

Por Diego Ignacio Almonte



Cuando nos juntamos entre hombres es inevitable no hablar de mujeres y más si nos juntamos en playas, asado o en un bar. En esta oportunidad, ocurrió en las ricas playas de un veraniego lugar.

Una vez me dijeron que no habían mujeres feas, sino "piscolas" suaves. Y creo que aún no entiendo. El asunto es que estábamos ahí, tirados en nuestras respectivas toallas sobre la arena después de haber estado buscando un lugar estratégico donde posarse (rodeado de mujeres tomando sol). Y comenzaron los comentarios: "Mira esa mina", "Mira aquella","Esa nos salvó el día", "Mira esa, jaja (ironía)", "Mira la gringa... anda tú, que sabes inglés"... y dichos por el estilo, hasta que nos fuimos algunos a meter al mar y otros se quedaron durmiendo o leyendo debajo del quitasol. Al retorno, con algo más de rayos UV y arena en el cuerpo, reposando sobre las toallas más húmedas que hace unas horas, surgieron las preguntas "ad hoc"-y tan concurridas entre nosotros- a la situación:


"A ver, ¿Cómo prefieres a las mujeres? ¿Una mujer rica, pero ´poco agraciada´ de cara? ¿O una mujer con un cuerpo 'poco agraciado', pero linda de cara?
Y comenzó el debate.


Hay los que las prefieren con un cuerpo escultural y otros que ponen sus preferencias en los lindos rostros. El ideal estereotipado sería el complemento armonioso de las dos partes, como ver a una Megan Fox o una Amanda Seyfried, sonrientes, jugando paletas de playa en diminutas tangas. Lamentablemente la realidad es otra, aunque hay que reconocer que entre las olas y entre la gente sale una que otra que da gusto contemplar, una verdadera diosa de pie a cabeza, que como una ilusión romana aparece, se pierde en la diversidad de personas, desentendidas de nuestros superficiales y entretenidos comentarios. 

¿Y el resto? Simple mortales. Pero entre mortales nos entendemos.
Disconforme con nuestra condición, seguimos en busca de Afrodita.


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