jueves, 27 de noviembre de 2008

Dedicado para mi amigo "EL PAYASO"

En principio surgió por una pintura, un retrato… o mejor dicho, por un auto-retrato. Y todo lo demás fue psicoanálisis. Un psicoanálisis informal, pobre de método, infecundo de teoría… solo una forma de escuchar e interpretar… utilizar la empatía, la mera forma de ponerme en tu lugar, aunque ya tenía un conocimiento previo de tu persona.

Muchas veces jugamos a las escondidas. Uno cuenta y todos los demás se van a esconder en lo primero que ven y en lo que consideran “un buen escondite”. Algunos detrás de un árbol, otros debajo de un auto y muchos otros, detrás de una apariencia. Nos escondemos de nosotros mismos, nos escondemos para que no nos encuentren, para no mostrarnos tal cual somos. Lo hacemos para sentirnos protegidos, tranquilos (aún siendo una simple tranquilidad precaria), detrás de un “antifaz”, una vil máscara para resguardar nuestra identidad... una forma para no permitir que la gente nos conozca del todo; para confundir al espectador, para tener el control, para no estar vulnerables, para no recordar la inconformidad de tu persona…

Pero, ¿Que sucede? ¿De qué te escondes? ¿Por qué no dejas que la gente logre verte? ¿Qué hay de malo en ti? ¿A que le temes?...

Son las preguntas que debía responder un payaso. Un amigo.

¿De tantos disfraces, por qué de payaso? ¿Crees que es lo suficientemente bueno para lograr esconderte? Al parecer sí. Un payaso triste me dices tú, uno radicalmente diferente a los otros… pero, ¿No es que su función es hacernos reír? ¿Hacer tonteras?, entonces, ¿Por qué uno triste? ¿Por qué no quieres ser uno convencional? Es fácil: "no quieres sentirte obligado a actuar para ellos, como ellos quieren que actúes"…[interpretación analítica]
¿Crees que a través de esa extravagante peluca y kilos de maquillaje no podrán ver a la verdadera persona que se encuentra escondida detrás? La forma de payaso es una manera segura de ocultarte, guardarte, y que, con cualquier otro disfraz, sentirías que no bastaría para lograrlo… ¿cierto?
Lo del payaso es un detalle, solo una manera concreta de cubrirte, un medio para manipular las apariencias…

Es verdad, en muchas ocasiones no admitimos cosas, porque no nos gusta como suenan, no mostramos todo, porque no nos gusta cómo se ven. No dejamos salir a la superficie toda la verdad, porque nos produce malestar… buscamos como dices tú, escudos más aptos, mas estabilizadores, para poder seguir caminando en esta vida; así nos sentimos más tranquilos, porque les mostramos a los otros algo agradable, porque nos mostramos a nosotros mismos algo más agradable. Somos atractivos, encantadores o, simples disimuladores. Pero cuando nos detenemos un rato… sabemos que no lo somos, sino que fuimos un payaso más todo el día, una marioneta social, un juguete creado por nuestra imaginación, un auto-retrato con sobre montajes y que, cuando cae la noche y todos se van a sus casas, cuando logramos estar solos, es ahí donde se acaban nuestras caretas, es ahí donde nos sacamos la extravagante peluca, nos quitamos el pintoresco maquillaje, es ahí donde logramos dormir, porque es recién ahí, donde nos encontramos. Nos miramos al espejo y sabemos lo que vemos, a nosotros… nosotros mismos, sin maquillaje, sin peluca, sin caretas… alguien indefenso que se oculta para que no lo encuentren, pero que, tarde o temprano, lo hacen… 
“1, 2, 3…. ¡Por mí y por mis compañeros!”…
Game over

(Esto está escrito para todos los que usan disfraces confortables en sus vidas. Apariencias en el día y tristezas por la noche… pero sobre todo, esto esta escrito para ti, mi buen amigo “el payaso”)
[No te preocupes, ¡Animo!, con la ayuda de Dios lograremos para siempre, guardar ese disfraz en el armario, dejarlo ahí y no sacarlo más]