sábado, 2 de mayo de 2009

Siempre tendremos "Londres" ...


Corría tranquilamente de retorno y yo a la siga escuchando música. Su imagen se perdía entre las sombras de la noche, su ritmo se difundía al compás de las hojas -inspiradas por el viento- y su energía se compenetraba con la naturaleza. Con los minutos y pasada la puesta del sol, el cielo se coloreó de un púrpura índigo y aparecieron las primeras estrellas, el viento estaba cargado por aquella frescura marcada de otoño, pero el clima aludía a secuelas de estación pasada. El verde de los árboles estaban teñidos de luz y sombras, los farolitos que alumbraban el camino de un tenue amarillo me daban una asombrosa sensación de transportarme, por alguna extraña razón y de manera ficticia, a Londres. Al Londres antiguo, al Londres místico con farolitos y autos Ford modelo A. La luna partida por la mitad y la frescura del viento acompañaba el sentimiento. Era todo una mezcla de estallidos visuales, destellos sutiles de luz amarilla que se mezclaba entre el negro de las sombras, el verde de las plantas y el violeta índigo del cielo. Todo un juego de luces y colores y tonalidades grises. Y ella seguía corriendo, inconsciente de mis distracciones, de mis sensaciones y seducciones, a pasos de llegar a esa entradita principal giratoria de madera apolillada, donde dejábamos atrás el mundillo místico y entrábamos de nuevo a la civilizada localidad. Aquella realidad tercermundista y cotidiana. Dejamos de correr, dejé de escuchar música y cruzamos aquel “Portal” de madera giratorio, que nos separaba de aquella dimensión representativa. Que nos separaba de las sensaciones significativas. Que nos separaba de Londres. Del Londres antiguo, Londres ficticio, de aquel Londres que nunca existió, pero que en mis realidades asociativas siempre estará allí cuando me atreva a cruzar aquel singular “portal”, junto a aquella mujer que me acompaña en estos viajes y que haces los suyos mientras se pierde entre las brisas del viento, las puestas de soles y las sombras de lunas. Aquella mujer de identidad oculta, compenetrada para y con la naturaleza que tal vez, y quién sabe, sea parte de toda esta realidad ficticia que una vez mi mente creó. Que estará allí, para volver a correr, cuando viaje de vuelta a Londres…

2 comentarios:

Sebastián Romero dijo...

No soy bueno dejando comentarios, pero me gustó este post... :)

Anónimo dijo...

Estimado señor:
Puesto que a ambos nos mueve el amor a la cultura, (he visto en su perfil que unas de sus aficiones es escribir) deseo invitarle a leer el último artículo: “María Jesús Almendro Sánchez; una escritora en ciernes”, que he colgado en mi blog. En el comento de forma breve y concisa lo difícil que es para un escritor novel abrirse camino en el mundo de la cultura nacional española.
¿Qué implica escribir?
¿Existen precios inaceptables, peajes infames a la hora de acceder el escritor, aún desconocido al escenario del reconocimiento y rechazo públicos?
Espero que mis letras sean de su agrado.
Un fuerte abrazo desde tierras canarias.