


[NO CONCTADO]
Crónicas de un Narcisista



En principio surgió por una pintura, un retrato… o mejor dicho, por un auto-retrato. Y todo lo demás fue psicoanálisis. Un psicoanálisis informal, pobre de método, infecundo de teoría… solo una forma de escuchar e interpretar… utilizar la empatía, la mera forma de ponerme en tu lugar, aunque ya tenía un conocimiento previo de tu persona.
Mientras veía una película francesa, me quedé fijado en una parte donde mostraba a una chica que disfrutaba cada vez que iba al mercado, meter sus manos en un saco de… no recuerdo si eran de legumbres o de frutos secos. También por las tardes le encantaba tirar piedras en un arroyo y quebrar con la cuchara la superficie crujiente de los postres. Independiente de todo el contenido psicológico que tenía ese films, me puse a pensar en esos pequeños placeres que cada uno tiene debajo de su almohada. Cuando me refiero al término “placeres freak”, no me refiero a placeres locos o distorsionados, sino más bien a una especie de conductas interpretadas por cada uno como fuentes de bienestar, diferenciado totalmente a las que son conocidas por la sociedad de cada cultura.
contados bajo confidencia, pero que me permitieron narrarlo en este blog. Por eso, para guardar su identidad ante el escrutinio público, sus nombres serán remplazados por símbolos, pero sus placeres expuestos de forma abierta ante ustedes a modo de ejemplo.
Disfrutando del nuevo individualismo. De pasar tiempo con gente sin dependencia alguna.
sola. Cuando estamos solos, retornamos a las actividades que habitualmente no hacemos rodeado de individuos, o por lo menos, no le dedicamos el tiempo necesario. Pero cuando pasamos mucho tiempo en soledad, extrañamos a los otros. Y nos vamos saltando de polo en polo. Hasta que encontramos el punto medio, la línea ecuatorial, cosa que es mucho más satisfactorio. Pero algunos, como yo, suelen ser algo más extremistas. Por lo que recurro de vez en cuando a escaparme de la sociedad, de su ruido y refugiarme en el Tíbet yoico. Pero no hay que ser cínicos, mucho rato en soledad aburre, por lo que vuelvo a integrarme a la masa, lo que muchas veces, como consecuencia, encuentro algunos cambios. Pero me adapto, como lo hecho siempre. Sin embargo, en estos momentos disfruto de una mesa para uno.
Eran las 00:00 hrs. de una calurosa noche primaveral. El tiempo había llamado a la puerta. Era de esperarse… "las dos décadas". Presentía en estos días su visita, rumores, solo que no imaginaba su permanencia. Nos miramos cara a cara por unos segundos. Fingía que no me importaba su presencia, disimulaba mi expresión ambigua... pero estaba ahí, frente a mí, fuera de la puerta. Le invité a pasar y a conversar un poco. Hablamos de la vida, de la vida recordada y resaltada. De estos veinte años. Pero ¿veinte años de qué?... ¿De alegrías?, más de una ocasión. ¿Tristezas?, posiblemente. ¿Añoranzas?, Quien sabe. ¿Ensoñaciones?, en cada momento. ¿Miedos?, naturalmente. ¿Fortalezas?, definir exactamente. ¿Inseguridades?, como cualquiera. ¿Autonomía e independencia? Sin duda… Y fue justo ahí cuando me di cuenta que se había cerrado un ciclo. Estos veinte años estuvieron para concretar una quinta parte de todas las decisiones. Mis decisiones. Una que inmiscuía a la infancia, adolescencia, y ahora a la adultez. Los primeros años de esta juventud algo más madura que el ayer.
dando vida a objetos inanimados, deduciendo cosas más allá de la razón, como que el sol se escondía para descansar en las profundidades del mar cuando observaba los atardeceres en la costa, cuando solía preparar estrategias para atrapar a papa Noel en Nochebuena sin resultado alguno, cuando abría un obsequio y lo hacía con ansias para ver que juguete era , cuando aún estaba apto para saltar en las camas saltarinas y tirarme por los toboganes, cuando vivía en mi burbuja infantil, y ahora, me sometía al presente. Veinte años. Que en realidad se siente que fue menos por todo este tema psicológico de la amnesia infantil.
n, sigo viviendo el presente de una forma igual al ayer, sobrellevando un duelo por el pasado, y proyectando de forma anhelosa las vicisitudes del futuro.
de aquel particular restaurant, con su enorme cabeza y sus tres distintivos pelos blancos a la altura de la sien, haciendo que saltara tres pasos hacia atrás por el susto. Aquellas inolvidables veces donde el muy miserable se recostaba en la escalera para no dejarme subir y, en ocasiones, bajar...
lo único que me lograban entender eran los juegos que le indicaba con el dedo para jugar. Aquella señora, dueña del recinto, mujer no más de cuarenta años, de tez achocolatado y cabello trenzado, que irradiaba alegría, en donde continuamente mostraba su juego dental algo deteriorado sin los jugadores delanteros, no obstante, su sonrisa primordiaba.
La noche estaba sensacional. Pedí unos minutos para estar afuera. Me sentía algo melancólico por alguna razón que no comprendía. Quería estar por un momento solo, pero no apartado. Nada mejor que a las afuera de una noche cálida con brisas frescas. Una instancia para estar solo, para pensar en nada, para hacer nada, distraerme de las cosas, en donde la sensación del viento renovaba… relajaba. Quería hablar con alguien, pero a la vez quería estar en silencio, quería que alguien me ayudara a hacer introspección, pero a la vez no quería que nadie se entrometiera en este sentimiento. Uno que al parecer, suele ser rechazado por los demás, pero que ocasiones es algo necesario. La necesitaba para detenerme, desacelerarme, interrumpirme por un rato en el tiempo y pensar, para indagar, para estar conmigo y no estar oci
oso, para extrañar, para anhelar, para conectarme con algunos detalles, para disfrutar de la naturaleza, para inmiscuirme en una noche cálida de brisas frescas, y recordar cuanto me gusta la fuerza del viento en una noche así, para darme cuenta a quien recurrir en estas situaciones y saber que hay alguien con quien compartirlo, alguien que sabes que no interrumpirás su continuo movimiento, en sus asuntos, por mas amigo o conocido que sea, alguien a quién, por confianza, demostrarle un momento de vulnerabilidad y saber que va a estar feliz que accedas a ella, alguien que sin importar lo que haga o la distancia, va a estar disponible a tus caprichos y siempre con una palabra de aliento, por más insignificante que sea el tiempo disponible.
“Nada como una buena noche cálida y ventosa para inspirar algunos versos. Dios creó este mundo perfecto y aunque ya no lo es más, la naturaleza me hace pensar que un día lo será otra vez…”
mensaje de texto, 23:38 hrs.
Y fue así como seguí por unos momentos más en esta melancolía aunque ya algo desvanecida, gracias al viento que despeja mis ideas y se lleva consigo las tristeza, al interés existente de esta persona y al silencio teñido del sonido de la noche, que logra socavar al ruido del dia y darme el espacio para meditar de algunas cosas. Y después de un rato, quebranté la instancia de la soledad y continué con mi vida… me incorporé a mi amigos, volvimos a hablar de tonterías y cosas graciosas, sin mencionar los minutos anteriores, ver una película y dormir…

Las compuertas se abren y se cierran. La gente entra y sale. Y así, por catorce paraderos. La rapidez de afuera corre distinto a como se percibe por dentro. Tiempos paralelos. Yo, en un extremo medio, entre la multitud, con una mano sujetando uno de lo elementos para mantener el equilibrio y con el otro, mi cappuccino, me di el lujo de observar a las personas. De todos modos, no tenía otra cosa que hacer más que darle sorbetes a mi café recién salido de la máquina de un local cualquiera. Entonces, desde U. de Chile a Tobalaba, fue donde comencé a visualizar el abanico de personas que entraban y salían del metro. Cada una con diferentes personalidades, diferentes estilos, diferentes psiques... Cueros, rastas, trenzas naturales, coloridas, estudiantes, ejecutivos, abuelas, habladores, retraídos, dormilones, relojes, carteras, bananos, mochilas de diferentes marcas, diferentes precios. Y así, se iban yendo, de acuerdo a su paradero y entrando nuevos en su remplazo. Jeans, cotelé, bufandas, gorros, boinas, negro, rojo, azul, negro y mas negro, verde. Gente contemplando a otras mientras hablaban con otras de forma pausada... gente pausada, apurada, hablando por celular, escuchando mp3 y, de pronto...
Mientras vacacionaba en Formosa, hermosa provincia del norte de Argentina, conocí a una simpática mujer mayor. Con mis amigos, habíamos acordado pasar la frontera e ir a Asunción, pero por ABC motivos,
me fallaron. Así, sin más, agarré un poco de plata, mi pasaporte y me fui a Paraguay solo. Estaba a minutos de esa localidad, ya que la única vía para pasar de Formosa a ese país (dicho sea de paso, porque limitan) es en lancha por el rio Paraná. Lugar cubierto de pirañas, o, por lo menos, fue lo que se me informó. De todos modos, no me hubiese tirado un chapuzón para verificarlo. Y así fue como llegué a Alberdi, una porción de tierra paraguaya, con forma mas bien de isla, conocida popularmente por su mercado negro.

El sueño, a veces, tiene que hacerse el malo para hacernos bien. Es necesario para nuestro desarrollo en todos los aspectos del organismo. Creo que en algo estamos de acuerdo.
¿Qué es el miedo? No es más que otro capricho de nuestra mente que nos hace sentir vulnerables, débiles. En lo más dentro de nuestra cabeza, en los arbustos mentales de nuestro cerebro, donde no llega la luz del sol, donde vagan ideas y pensamientos, hay un pequeño abismo, una pequeña grieta, que lleva un suscrito con el nombre de “miedo”.
Allí en lo más hondo, en lo más oscuro, se esconden los más tenebrosos, secretos y misteriosos fantasmas de cada uno. "Nuestros temores". Una vez leí, algo que decía: “el miedo no existe, solo está en nuestra mente”. El miedo se activa con el miedo. ¿Pero miedo a qué? Según el diccionario miedo de que nos suceda algo malo o algo que no nos gustaría que nos sucediera. Lo que hace que exista un patrón de todos los patrones que activa el miedo, que es la muerte. Miedo a la muerte. La gente no se resigna a morir.
s combatir externamente, sino internamente. Sin embargo, se puede percibir en el exterior. Se huele, se siente. Muchos dicen que el cerebro es nuestro mayor aliado. Nuestra mejor arma de combate. Y yo digo, que si se lo propone, también puede ser nuestro peor enemigo. 
Mientras chateaba y veía una pelicula francesa en el TVcable de un escritor, me di cuenta de algo. Me gusta las historia, novelas, peliculas, sobre escritores. Las vivencias de un escritor sumergido en su vida cotidiana, en la urbe y todo lo que implica. Sobre su necesidad de escribir y de como se gana la vida a través de ella. Desde las trasnochadas por trascribir y plasmar sus ideas, hasta ese café humeante mañanero leyendo un buen periodico. El personajes tiene que tener una mezcla de juventud, fasha, estilo y dotes para la escritura, algo o mas bien alguien con quien identificarme. Es así, una especie de Introyección, creo. Y bueno, como se dieron cuenta, me gusta escribir, tengo un alma de escritor, unos de mis hobbie mas entretenidos, porque mi formación es de
otra area, Psicología.
as ideas, los pensamientos. Es traer al mundo de las letras lo subjetivo por medio de un papel... en otras palabras, el arte de las palabras. 







