domingo, 13 de julio de 2008

Castillo de Naipes


La inseguridad. La maldita inseguridad. Es como una brisa de viento que derrumba nuestro castillo de naipes. Un castillo que se requirió tiempo, paciencia y dedicación en su constructo. Lo que no quiere decir que no se puede construir de nuevo. Pero lleva tiempo. La rapidez depende de cada persona.

¿La causa de aquel derrumbe?
Por mil y un factores que pasa como una brisa. Una inesperada brisa. Que siempre estuvo ahí, pero que no se presentó hasta que se terminó de construir la fortaleza. Cuando pensábamos que estaba firme y de que nada la podía derribar.
La inseguridad. La maldita inseguridad. Es la que nos hace sentir de un día caluroso y despejado a una noche nublada y friolenta. De sentirnos el centro de atención como la luna llena en medio de la infinita noche, a ser un simple pez más del infinito océano. Es como una montaña rusa, a veces estamos arriba y otras abajo. Hay dias en que nos sentimos tan seguros de nosotros mismos, pero hay otros, en que nos sentimos tan lo contrario.
La inseguridad. A pesar de ser un conflicto interno, una pelea de pensamientos, se manifiesta de forma física. Que trae como consecuencia incomodidad, inestabilidad. Una golpiza en nuestro ego.
Lo seguro de todo esto es que aquella emoción se presenta cuando hay algo de nosotros que no dominamos, que no controlamos y, a veces, en el peor de los casos, cuando no nos aceptamos. Por lo que no nos queda otra que sí hacerlo. “tu eres el único que vas a estar con tigo mismo toda la vida” y más vale que te aceptes como eres, porque si no… ¡serás inseguro toda la vida! Y eso, si que produce inseguridad.

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