
Cuando te desligas de los demás, cuando aprendes a no depender de otros para pasarlo bien, cuando cortas el cordón umbilical y sabes realmente que significa “independencia”, cuando aprendes a desconectarte del mundo… es ahí donde comienza la belleza de la soledad. La libertad de hacer lo que quieras en función de tu criterio. Más tiempo para leer, más tiempo de ver películas con enigmas y poder retroceder todas las veces que quieras hasta entender la escena, más tiempo para organizarte, para el estudio, para escribir, para el arte, y todo lo que a uno se le ocurra. Más tiempo para reflexionar, conocer nueva gente, recurrir a los amigos que dejaste en espera en la tintorería y disfrutar de su compañía, de ir en tu vida a la frecuencia y velocidad que más me apetece. De estar más callado, y escuchar lo que hay en el entorno… y comprenderlo.
Es así, necesitamos tiempo para compartir y tiempo para nosotros mismo. Cuando estamos constantemente con los demás tendemos a olvidarnos de nuestros momentos a

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