
La noche estaba sensacional. Pedí unos minutos para estar afuera. Me sentía algo melancólico por alguna razón que no comprendía. Quería estar por un momento solo, pero no apartado. Nada mejor que a las afuera de una noche cálida con brisas frescas. Una instancia para estar solo, para pensar en nada, para hacer nada, distraerme de las cosas, en donde la sensación del viento renovaba… relajaba. Quería hablar con alguien, pero a la vez quería estar en silencio, quería que alguien me ayudara a hacer introspección, pero a la vez no quería que nadie se entrometiera en este sentimiento. Uno que al parecer, suele ser rechazado por los demás, pero que ocasiones es algo necesario. La necesitaba para detenerme, desacelerarme, interrumpirme por un rato en el tiempo y pensar, para indagar, para estar conmigo y no estar ocioso, para extrañar, para anhelar, para conectarme con algunos detalles, para disfrutar de la naturaleza, para inmiscuirme en una noche cálida de brisas frescas, y recordar cuanto me gusta la fuerza del viento en una noche así, para darme cuenta a quien recurrir en estas situaciones y saber que hay alguien con quien compartirlo, alguien que sabes que no interrumpirás su continuo movimiento, en sus asuntos, por mas amigo o conocido que sea, alguien a quién, por confianza, demostrarle un momento de vulnerabilidad y saber que va a estar feliz que accedas a ella, alguien que sin importar lo que haga o la distancia, va a estar disponible a tus caprichos y siempre con una palabra de aliento, por más insignificante que sea el tiempo disponible.
“Nada como una buena noche cálida y ventosa para inspirar algunos versos. Dios creó este mundo perfecto y aunque ya no lo es más, la naturaleza me hace pensar que un día lo será otra vez…”
mensaje de texto, 23:38 hrs.
Y fue así como seguí por unos momentos más en esta melancolía aunque ya algo desvanecida, gracias al viento que despeja mis ideas y se lleva consigo las tristeza, al interés existente de esta persona y al silencio teñido del sonido de la noche, que logra socavar al ruido del dia y darme el espacio para meditar de algunas cosas. Y después de un rato, quebranté la instancia de la soledad y continué con mi vida… me incorporé a mi amigos, volvimos a hablar de tonterías y cosas graciosas, sin mencionar los minutos anteriores, ver una película y dormir…