miércoles, 29 de septiembre de 2010

"La corbata"



Desayuno, sábado 7:30 am.

El pasado veinticinco de septiembre, la vida me regaló un año más de vida. Y mis amigos, desde bien temprano, un fantástico desayuno.

“Veintidós años no se cumplen todos los días”, dirían por ahí. Por eso la manera en celebrarlo siempre es distinta. Este año tocó desayuno al aire libre.

Yo dormía plácidamente esperando celebrar ese sábado por la noche. El despertador no había sonado y alguien de pie me despertaba. Yo, evidentemente, siete de la mañana (y después de haber trasnochado) me encontraba medio aturdido. No entendía nada, mas tenía una leve sospecha de lo que se podría aproximar. El día anterior me llegó una nota casera de cuaderno con un dibujo de reloj y unas palabras características que decía: “cuenta regresiva”. Como acá tenemos la costumbre de hacerle al otro un festejo (o por lo menos en mi circulo privado), y recordando el festejo anterior con todo un personal creativo detrás, imaginé que debían estar "craneando" algo maléficamente divertido.

Estaba parado al lado de mi cama, con una tarjeta elaborada y con una frase -más o menos recordada- como “Feliz cumpleaños, tu día ha comenzado… levantate (no hay tildes porque es acento Argentino) y ponete algo rápido que te tenemos una sorpresa” (Cualquier distorsión de la realidad, es mera culpa de un recuerdo frágil a causa de una madrugada vigente). Me levanté, atiné a ponerme algo cómodo, me lavé la cara para disimular mis sabanas marcadas y me puse una gorra, porque no había tiempo para peinarse.

Salimos rumbo al campus. Allí, entre pastos, cerca de la biblioteca, estaban ellas, con un mantel al suelo, una torta, sabrosos dulces, tostadas, quesillo, jugo de naranja exprimido (saben que me encanta por la mañana). Al aproximarme, me cantaron “las mañanitas” modificado al momento. Pasamos a las fotos, fotos, fotos… era lo que menos quería, mi cara no estaba apta para ser plasmado en digital, pero bueno, en honor a la situación, todo siguió su curso. Nos sentamos, comimos, disfrutamos. Al lado mío había un periódico del “Clarín” (todo lo que estaba sobre el mantel estaba adaptado a mis gustos, reales y ficticios, y como ellos me conocían bien y habían hecho un estudio sobre mi persona, el periódico no podía ser desapercibido. Mi primer pensamiento fue, "ellos saben que se me dio por un tiempo corto comparar el diario los domingos, debe ser por eso", hasta que lo abrí). En su interior había un suplemento dedicado a mi persona… habían hecho una especie de reportaje novelístico, como un personaje con ciertas características, basado en el humor con fotografías de ellos, frases frecuentes de les solía decir, bien personificado y en su dorso una dedicatoria personal.

Todo iba bien hasta que llegó la famosa “corbata”. Una invención alevosa, cuyo fin era hacer el ridículo. ¿Recuerdan la corbata de Pedro Picapiedra? Bueno con la diferencia de esta que en vez de tener naranjo de fondo, era verde manzano. Aquella corbata era más ancha que mi panza. Siempre surge el elemento “hacer el ridículo” y tener que hacerlo.


En el cumpleaños anterior de una amiga, le confeccionamos un gorro de cumpleaños bien grande y llamativo para que se lo pusiera en pleno restaurante donde le festejamos. Ella tenía que ir a ciertos desconocidos con el gorro puesto y decir que era su cumpleaños; al cabo de tres abrazos se le entregaba su obsequio. ¿Por qué ahora iba a ser diferente? Nos pusimos la corbata entre todos y molestamos un rato. A las 9 de ese sábado teníamos una reunión, y la idea era llevarlo puesto y decir que era mi cumpleaños a los “no enterados”. Pero en pos de mi ansiedad anticipada y el olvido de las chicas quienes se habían llevado la corbata, zafé. Esa tarde almorzamos juntos. Y aquella noche, el cumpleaños siguió. Me invitaron a cenar a la “Vieja Estación”, restaurant famoso de aquí. Ahí tuve que ponerme la corbata, en plena calle antes de llegar y una vez allí ¿Qué habrán pensado los otros al verme? Seguramente habrán dicho: “¿quién es aquel excéntrico que aún no ha desarrollado la vergüenza y se cree fashero con esa corbata verde manzano y círculos negros que no combina siquiera con sus zapatos?”. Ó, “mira a ese muchacho, él esta de cumpleaños y le han hecho una penitencia”. Sin embargo, dudo que haya pasado la segunda y prefiero ignorara la primera, jaja. Tal vez no hayan pensado nada. Y en realidad a quién le importa. 

Fue así como mi día se movió distinto a lo que venía la semana por estos dos dígitos homólogos que se ha insertado en mi curriculum vitae. Yo los llamo “la pareja de patos”. Entre regalos, creaciones, tarjetas, y aquella remera (polera) Narrow de New jeans que me obsequiaron, muy lindo todo, la torta de maracuyá que saben que me encanta, la pasamos, y desde mi experiencia, extremadamente bien. Fue un lindo momento, que aunque sea todo un detalle, una salida de rutina, es tremendamente simbólico, por el esfuerzo de quienes tienen que detenerse en pleno momentos de cursada en hacer algo distinto y no convencional (se agradece por ello) y por el cariño que me brindan.

Aquel día quedará plasmado en mis vivencias de vida. Quedará plasmado en este blog. Que de paso, aprovecho de hacer un post, que de ingrato lo he tenido abandonado. 

Calle 25 de mayo, 23:52 pm.
"La corbata"

Ahora camino con veintidós por la vida.

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