martes, 5 de agosto de 2008

Santiago

Las compuertas se abren y se cierran. La gente entra y sale. Y así, por catorce paraderos. La rapidez de afuera corre distinto a como se percibe por dentro. Tiempos paralelos. Yo, en un extremo medio, entre la multitud, con una mano sujetando uno de lo elementos para mantener el equilibrio y con el otro, mi cappuccino, me di el lujo de observar a las personas. De todos modos, no tenía otra cosa que hacer más que darle sorbetes a mi café recién salido de la máquina de un local cualquiera. Entonces, desde U. de Chile a Tobalaba, fue donde comencé a visualizar el abanico de personas que entraban y salían del metro. Cada una con diferentes personalidades, diferentes estilos, diferentes psiques... Cueros, rastas, trenzas naturales, coloridas, estudiantes, ejecutivos, abuelas, habladores, retraídos, dormilones, relojes, carteras, bananos, mochilas de diferentes marcas, diferentes precios. Y así, se iban yendo, de acuerdo a su paradero y entrando nuevos en su remplazo. Jeans, cotelé, bufandas, gorros, boinas, negro, rojo, azul, negro y mas negro, verde. Gente contemplando a otras mientras hablaban con otras de forma pausada... gente pausada, apurada, hablando por celular, escuchando mp3 y, de pronto...
Lo siento, he llegado. luego les sigo contando... tengo que avanzar con la gente para desocupar espacio, esa que hace un instante, estuve visualizando. Me dirijo a plaza Egaña, con convinación 4... me cambio de metro...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si ese es Santiago , con gente por todos lados caminando rapido , como si la vida se les fuera a ir en un segundo , corriendo tras de ella . Ami me gusta Santiago su rapidez , pero a al vez no me gusta por su estresante y agobiante vida . como en todo tiene sus pro y sus contra .
Santiago seria una ciudad perfecta sin esmoc y sin robo. lo demas me encanta de Santiago.